Tenía mucho tiempo que no escribía en mi blog, que digo mucho tiempo, rato largo. Pero aquí estoy de regreso y espero portarme juiciosa y escribir más a menudo.
He querido regresar y hablarle de algo muy personal. Mis familiares y amigos más cercanos saben esto, pero ya es hora de decirle al mundo que se puede vivir aún cuando la vida te esta diciendo que no.
Un segundo en esta vida puede cambiar tu rumbo, cortar tus horas para lentamente bajar tu mundo hasta lo más hondo. Hace 5 años recibí una noticia. Una llamada telefónica de mi médico de cabecera y vino la gran noticia, después de una serie de exámenes el diagnóstico era devastador, tenía Lupus. Para los que no saben de que trata esta enfermedad búsquenla en Google.
Irónicamente el símbolo del lupus es una belleza, una mariposa, pero créanme el lupus no lo es. El lupus es un asesino y lo peor de todo es un asesino silencioso.
Debo confesar que cuando me enteré de esta noticia, llore muchísimo y me hice la típica pregunta ¿Por qué a mí? Pero unas palabras de mi doctor me hicieron ver todo de otra manera: yo tenía que vivir con lupus, pero no para el lupus. Después de escuchar esto, mi vida cambio.
Hoy día vivo con esta terrible enfermedad, pero no vivo para ella, hay días que ni me acuerdo que la tengo, de hecho me dedico a ignorarla, es como que la trato con indiferencia, como si no estuviera, como si no existiera en mi cuerpo. Pero eso si al enemigo hay que tenerlo bien vigilado, así es que tomo mis medicamentos y listo, sigo viviendo.
Actualmente le doy gracias a Dios por haberme escogido a mi para llevar esta cruz que se llama lupus, porque creo que me ha hecho acercarme a él y ser mejor persona. Sin duda he tenido que aprender a ser fuerte. Y es muy cierto que nunca uno sabe cuan fuerte es, hasta que ser fuerte es la única opción que tienes.
